La pèrdua


martes, 17 de abril de 2012

GABRIEL URIEL. La pèrdua de l'esperança


Prolongamos nuestro tormento con una vorágine de visiones decadentes que nos hacen ver el mundo con el dolor y el odio por estandarte. No llegamos a comprender nada de lo que vemos, y si alguna vez creímos entenderlo, fue solo la vaga ilusión, un espejismo que el mundo creo para nosotros, que el mundo crea para todos. Caminamos, ciertamente, sin rumbo alguno, intentando en vano llegar a comprender por qué se tuvo que marchar la dulce y tierna ignorancia que nos acompañaba en la niñez. Por qué si todo era perfecto, tubo que caer y romperse como un vaso de cristal al estrellarse contra el suelo y fragmentarse en cientos de diminutas esquirlas diamantinas. Cada una de ellas es un recuerdo, cada una de ellas es la viva imagen de una sonrisa.

El conocimiento, supone dolor, pérdida y desemboca en la desesperanza.

 La existencia que nos abraza, el azar y sus designios no son ajenos. Somos incapaces de ver el futuro y perseveramos en un mar de incertidumbre. En si misma, la existencia, es paradójica: Nos enseñan valores, pero, ¿a caso se aplican? No nos formamos como individuos elevados sólo con buenas acciones. Pierdes la esperanza cuando descubres que durante años te han estado enseñando una gran mentira.

 Nuestro mundo cae en la discordia, se creó el concepto de moral y de ética, ciertamente no llevamos a cabo ninguna de las dos. Nos creemos bondadosos, pero continúas colocando los mejores cubiertos en tu mesa y los sucios en el de tu hermano. Prestas consuelo a quién que llora, pero en tus adentros confías que tarde o temprano compartirás su lecho. Creamos normas de conducta, pero nos las saltamos según nos conviene o nos interesa.


El odio, la venganza, entre otros, son sentimientos naturales que han sido extralimitados. ¿No debería ser lícito poder cobrarte la vida de aquel que violó y mató a tu hija? Él pudo hacerlo y salir indemne, a ti, en cambio, solo te espera la resignación que precede a la injusticia.


Absolutamente nadie puede contestar esas preguntas, ciertamente, nadie puede darnos consuelo cuando nuestra mente se extrapola a una visión imparcial y subjetiva de lo que nos rodea. Perdimos la ignorancia en pos del conocimiento y solo nos deparó la pérdida de la esperanza. La verdad no existe y cuando lo descubres, lloras  y te vas.


¿Qué es entonces la incertidumbre sino la existencia misma?

Su eterna paradoja de virtudes, de defectos.

Donde la moralidad y la legalidad adoptan una definición ambigua.

El bien se transforma en el mal, el mal se transforma en el bien.

Y la única verdad, es que la misma no existe.


Siéntate, llora y vete. No hay esperanza.

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